Introducción
América del Sur está expuesta a numerosos peligros naturales que, a menudo, se producen simultáneamente. El cambio climático ha aumentado la frecuencia e intensidad de las catástrofes provocadas por fenómenos meteorológicos y ha mermado la resiliencia de las comunidades más vulnerables.
Además, la región se enfrenta a uno de los desplazamientos de población de mayor magnitud de su historia: más de 6 millones de venezolanos han buscado refugio en países vecinos de América del Sur (de ellos, casi 2,5 millones se encuentran en Colombia, alrededor de 1,5 millones en Perú, 500 000 en Ecuador y más de 400 000 tanto en Chile como en Brasil).
¿Cuáles son las necesidades?
La crisis socioeconómica de Venezuela ha ocasionado un éxodo de más de 7,1 millones de personas. Estas personas están expuestas a riesgos de protección y tienen un acceso limitado a los servicios básicos debido a que la capacidad de los servicios públicos y de las comunidades de acogida se ha visto desbordada.
Asimismo, Latinoamérica ha sido uno de los epicentros de la pandemia de COVID-19, con un elevado número de infecciones y fallecimientos.
La pandemia ha golpeado con fuerza a las zonas más vulnerables de la región, en particular, a las comunidades indígenas que viven en lugares remotos de la selva. Antes de la COVID-19, ya carecían de acceso a servicios básicos y medios de subsistencia, y vivían en condiciones sanitarias deficientes.
Las instalaciones sanitarias locales se han visto rápidamente desbordadas, en especial en Venezuela, las fronteras amazónicas de Colombia, Perú y Brasil y el litoral pacífico de Colombia.
Además de la propagación de la COVID-19, las consecuencias del cambio climático y la imprevisibilidad de los fenómenos meteorológicos han repercutido negativamente en las poblaciones más vulnerables.
Cuando se producen catástrofes, las necesidades más acuciantes son: (i) refugio; (ii) alimentos y artículos de primera necesidad; (iii) acceso a agua potable y saneamiento; y (iv) asistencia sanitaria primaria.
Además, es esencial ayudar a las poblaciones afectadas a recuperar sus medios de subsistencia. También se ha dado prioridad a las necesidades de protección de los grupos más vulnerables tras las emergencias.
¿Cómo estamos ayudando?
Desde 2016, la UE ha destinado 390 millones EUR a la ayuda humanitaria para venezolanos vulnerables dentro y fuera del país. Los fondos ayudan a prestar asistencia sanitaria de emergencia, asistencia alimentaria y protección, así como apoyo a las comunidades de acogida.
Esta financiación también ha contribuido a dar respuesta a la pandemia de la COVID-19. En 2021, la UE movilizó 43,5 millones de EUR como respuesta a la emergencia. Esta cifra incluye 14,5 millones de EUR destinados a Ecuador, Perú, Colombia, Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil, y la reorientación de recursos procedentes de más de 60 proyectos.
Todos los proyectos humanitarios financiados por la UE tienen como objetivo garantizar el acceso al agua, llevar a cabo campañas de sensibilización, distribuir artículos de higiene y proporcionar atención médica, entre otras acciones. Prestamos especial atención al impacto de la pandemia en las poblaciones indígenas de la región.
Además, como parte de la respuesta mundial de la UE a la COVID-19, en 2020 se hizo llegar material de asistencia vital a Perú mediante un puente aéreo humanitario compuesto por tres vuelos.
Entre 2021 y 2022, la UE ha destinado 34,5 millones de EUR a proyectos de preparación ante catástrofes en Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Venezuela, y también a reforzar las estrategias regionales de preparación ante catástrofes en América del Sur.
El fondo anual de preparación ante catástrofes de la UE apoya iniciativas de preparación de instituciones y comunidades frente a catástrofes, situaciones de violencia y crisis.
La UE también da apoyo a otras acciones relativas a la preparación ante catástrofes en América del Sur:
- asistencia a los comités locales de respuesta a catástrofes en la elaboración de planes de emergencia
- creación de sistemas de alerta temprana mediante el desarrollo de campañas de información y educación
- refuerzo de las infraestructuras vitales (refugios, escuelas y hospitales)
- protección de los medios de subsistencia
- promoción de la coordinación entre los responsables de la anticipación a catástrofes o la reacción ante ellas.
América del Sur ha recibido también apoyo inmediato tras sufrir catástrofes a través del Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea. Tras el mortal terremoto que afectó a Ecuador en 2016 y que se cobró más de 650 vidas, la UE coordinó iniciativas de ayuda y proporcionó 5 millones de EUR en respuesta de emergencia.
En 2017, 2019 y 2023, la UE envió expertos y bomberos en el marco del Mecanismo para ayudar a Chile y Bolivia a combatir los peores incendios forestales jamás registrados en el continente.
El Mecanismo también se activó para hacer frente a la sequía de octubre de 2016 en Bolivia y a las inundaciones de marzo de 2017 en Perú, las peores en treinta años, así como para aportar experiencia en riesgos medioambientales relacionados con el vertido de petróleo y con la integridad y estabilidad de presas en Colombia en 2018.
En enero de 2019, se envió mediante el Mecanismo a un experto medioambiental para apoyar la Iniciativa sobre la Capacidad de Reducción de los Desastres (CADRI, por sus siglas en inglés) en Bolivia.
Para responder a la grave crisis nutricional que afecta a la población indígena yanomami de Brasil en 2023, la UE ha asignado una financiación humanitaria de emergencia de 500 000 euros para atender sus necesidades más urgentes.
Última actualización: 17.03.2023